Y se te pasan los años, los dias, los minutos.
Y los momentos escasean, cada vez mas esporádicos, cada vez mas cortos.
El aliento ya no se altera, el corazon no se acelera;
las alegrias desaparecen, llevandose consigo las tristezas.
Ya no hay lágrimas, como si nunca las hubo.
El dolor ajeno sutituye el propio pero, ¡que poco se parecen!
La vida se ha resignado a la estática y permanece sentada en el vagon del tiempo,
mirando por la ventana los bosques del pasado, los arbustos del presente y los desiertos del futuro. Ya no aparecen flores ni mariposas, ya no hay causas justas, ya todos los dias son iguales.
Y tu, ausente, distante, vacia, lo observas todo desde más alla, desde lejos, donde las cosas no tienen colores ni sabores, donde la música hace ruido y donde la luz perturba, molesta, invade.
A veces aparece algo, alguien, y te dejas llevar. Te olvidas por momentos de la insipidez, de la fragilidad, de la monotonia. Te dejas llevar conociendo de antemano adonde irá a parar, pero evitas plantearte las preguntas para no tener que darte tú misma las respuestas que ya conoces de sobra. Lo evitas y te engañas, convenciéndote de que tal vez estes equivocada, que las cosas no deben ser tal cual las piensas.
Pero, lo son. En ocasiones, demasiado. Y terminas enojada, contigo, con ellos, con el universo. Y maldices ese vicio que tienes de analizarlo todo, de preveerlo, de sopesarlo. Lo maldices y te preguntas si realmente las acciones son independientes de las ideas o si es que esas malditas ideas tienen vida propia y se apoderan de las situaciones.
La confusion te abruma. Cada ocasión se lleva una parte de ti. Cada vez, te vas volviendo más pequeña, más insignificante. Cada etapa representa un paso más hacia aquello que te prometiste nunca serias y te aleja más de quien solias ser.
La ingenuidad se ha desvanecido dando paso a la desconfianza. Las experiencias te sirven de lección pero te han vuelto la piel dura, impenetrable. Ya no existen las buenas intenciones. La gente, no es nada más que eso: gente.
Personas que no conocen razones, solo instintos. Personas que se han olvidado de soñar porque en la "vida real no hay lugar para los soñadores". Personas que actuan sin pensar y viven sin siquiera percatarse de ello. Gente sin esencia que fluye continuamente por los rios redundantes de la ironia, de la repetición. Gente que solo se arriesga para hacerse daño y luego, resentidos, transmiten ese daño a otros. Gente que no es humana.
Y ahora tú, en aquel afán de entender, de sentir, de vivir, has acabado nadando con ellos en los mismos rios putrefactos de la existencia inútil. Cada vez te vas perdiendo más y más en los laberínticos juegos de la vida, dejando a tu paso pedazos de ti, esperando que estos se sirvan de guía en el camino de vuelta. Pero entonces, cada vez que tratas de volver atrás, asustada por lo que tienes delante, te percatas que esos pedazos ya no existen, que se pudrieron y desaparecieron tan pronto como se desprendieron.
Entonces, te detienes y ya no avanzas, pero la vida sigue pasando contigo o sin ti. Y al fin, en un momento de lucidez abrumadora y mortal te percatas de la última verdad que destruye lo poco que habia quedado de ti, condenándote de antemano a aquella existencia contra la cual siempre has luchado y creiste podrías ganar.
Ya no hay vuelta atrás. Ahora, eres uno de ellos.
Iana
10:49 a.m.
Domingo
09 Sept, 2007