Apología de un encuentro contigo
El hombre tiene los ojos cerrados, una mano sobre su pecho y otra sobre el muslo de ella, en íntima complicidad. Para mí esa visión es recurrente e inmutable, nada cambia, siempre es la misma sonrisa plácida del hombre, la misma languidez de la mujer, los mismos pliegues de las sábanas y rincones sombríos del cuarto, siempre la luz de la lámpara roza los senos y los pómulos de ella en el mismo ángulo y siempre el chal de seda y los cabellos oscuros caen con igual delicadeza. Cada vez que pienso en ti, así te veo, así nos veo, detenidos para siempre en ese lienzo, invulnerables al deterioro de la mala memoria. Puedo recrearme largamente en esa escena, hasta sentir que entro en el espacio del cuadro y ya no soy el que observa, sino el hombre que yace junto a esta mujer. Entonces se rompe la simétrica quietud de la pintura y escucho nuestras voces muy cercanas.
-Cuéntame un cuento-te digo.
-¿Cómo lo quieres?
-Cuéntame un cuento que no le hayas contado a nadie.
(Cuentos de Eva Luna)
-Cuéntame un cuento-te digo.
-¿Cómo lo quieres?
-Cuéntame un cuento que no le hayas contado a nadie.
(Cuentos de Eva Luna)
1 Comments:
figurarse en ese retrato con esa persona que comparte contigo el mismo sentido de la pasion, donde cada movimiento sea de manera inconciente y parezca planeado; esa es la mejor sensacion que se pueda compartir
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